Creo que todos tenemos alguna idea de lo que es la flora intestinal. Para refrescar y/o actualizar la memoria, les cuento que nuestros intestinos portan ecosistemas microbianos vitales para nuestra salud y que apenas comenzamos a entender. De hecho, hay en marcha un ambicioso proyecto internacional, el Human Microbiome Project, cuyo objetivo es identificar qué microorganismos son los que portamos en nuestras mucosas, caracterizar nuestro microbioma.
¿Sabías que, por ejemplo, las bacterias que habitan en nuestro cuerpo multiplican por 10 al número de nuestras propias células igualan al número de células humanas? ¡Somos inseparables!
Por supuesto, la composición o biodiversidad de esos ecosistemas microbianos internos varía según la edad, dieta o salud general. Incluso algunos estudios han sugerido que cierta composición de bacterias intestinales pudiera ser en parte responsable de males como el autismo o las enfermedades cardiovasculares. Pero en esto no me voy a extender hoy.
Como imaginarán, nuestra flora se nutre de lo que nosotros comemos. Ambos nos beneficiamos uno del otro en una relación mutualista casi perfecta: nosotros les proporcionamos un ambiente adecuado y ellos nos ayudan a digerir la comida.
Y hablando de comida, recientemente se ha descubierto que unas bacterias comunes del intestino (género Bacteroides) son capaces de alimentarse de unos carbohidratos complejos y únicos de determinadas algas marinas.
¿Flora instestinal humana que digiere algas marinas? Eso, en principio, no cuadra. Pero no las Bacteroides de todos nosotros, si no las de una población en particular ¡la japonesa!
De hecho han descubierto que las Bacteroides japonesas han incorporado en su genoma un set de 40 genes indispensables para degradar los carbohidratos rarísimos de esas algas, y de esos 40 genes, al menos 2 son idénticos a los genes de ciertas bacterias marinas. ¿Pero cómo llegaron esos genes marinos hasta los intestinos japoneses?
La presencia de algas en la dieta común nipona, por ejemplo en el sushi, inevitablemente resulta también en el consumo de bacterias marinas. Esas bacterias ajenas han tenido sexo con las bacterias autóctonas y como resultado las Bacteroides intestinales han adquirido un nuevo repertorio metabólico, todo ello gracias a la transferencia horizontal.
Este caso de las bacterias que ahora pueden alimentarse de sushi es un ejemplo precioso de evolución mediada por nuestra dieta. Además, es una clara prueba de que la transgénesis es un fenómeno común en la naturaleza ¿Qué dirán los grupos antitransgénicos de este fenómeno natural?
¿No es acaso fascinante?
Para saber más:
Hehemann, J. et al. (2012) Bacteria of the human gut microbiome catabolize red seaweed glycans with carbohydrate-active enzyme updates from extrinsic microbes. PNAS, 109(48): 19786-19791
Hola, soy estudiante de la carrera de Ingeniería Biotecnológica en la Ciudad de México. Me siento muy sorprendida del empeño y actitud que le pones a tu trabajo, es obvio que te apasiona. Solo quiero agradecerte por crear este espacio y deseo que sigas compartiendo información.
Saludos desde México
¡Hola Ivy! Wao, no sé cómo se me escapó tu comentario, es de hace un año!! Qué malo soy. Bueno, MIL gracias por pasarte a dejar tus palabras. De verdad que le pongo cariño a esto que hago, casi ni tengo ratos libres! Muy bella tu carrera, cuéntame cómo te va? no te apetece escribir algo al respecto? Saludos.
Me encanta la forma CLARA y BREVE al explicar asuntos tan complicados. Pienso seguir visitando esta página mientras pueda comprender. ¡Felicitaciones! Y mil bendiciones.
Es esa la idea de este blog, explicar de forma breve y sencilla fenómenos biológicos fascinantes sin perder el rigor científico. Gracias por la visita!