Ana sufre de depresión.
Ella no sale de su casa. Está ansiosa, no se concentra y no tiene motivación para leer, para ver una película o leer un libro. No se emociona ni siquiera por sus ídolos, ni por un concierto o una foto. No tiene fuerzas para hacer nada que le gusta. Nada. Ha perdido el deseo sexual y el apetito. Su insomnio es rampante, no puede descansar, su mente y su cuerpo están agotados.
El vacío, la tristeza y la decepción son tan profundos que se somatizan, se hacen fisiológicos, como problemas estomacales, escalofríos, dolores… le tiemblan las manos y las piernas, se marea. Deja de sentir cariño por la gente, deja de creer que la quieren.
No tiene control sobre su cuerpo ni sobre sus pensamientos más desoladores, negativos y repetitivos. Tampoco sobre los pensamientos suicidas que la invaden.
Más de 300 millones de personas en el mundo están sufriendo como Ana de esta enfermedad mental. La depresión es la principal causa mundial de discapacidad y contribuye de forma muy importante a la carga mundial de morbilidad.
En Latinoamérica y el Caribe, al menos el 5 % de los adultos sufre de depresión. Eso se traduce en más de 21 millones de personas. De ellas, el 60 % (alrededor de 12 millones) no acuden al psiquiatra para tratarse. Ana está en este inmenso grupo.
¿Que causa la depresión?
La depresión es una enfermedad psiquiátrica común, grave y recurrente. Su origen es heterogéneo y parece ser el resultado de una combinación de factores genéticos, bioquímicos, psicológicos y sociales. Además, los traumas o situaciones infelices o de gran estrés pueden desencadenarla.
Los sistemas neuroendocrino, neuroinmune, neurotransmisor y neurometabólico se descontrolan y disparan los episodios depresivos. El alcoholismo, la drogadicción o el aislamiento social también pueden desencadenar y empeorar estos episodios.
Además, parece haber una variable que une a la depresión con la dieta: las personas con dietas nutritivas y variadas tienen un menor riesgo de desarrollarla. Parece también que la clave de esta relación es la microbiota intestinal.
(En la entrada La flora intestinal coevoluciona con la dieta moderna podrán leer algunas pinceladas sobre este desconocido ecosistema interno).
Relación entre la microbiota intestinal y la depresión
Se ha acumulado evidencia sufiente para pensar que la microbiota intestinal puede modular la actividad cerebral y el comportamiento. En la entrada Con el cerebro en las tripas hay una revisión estupenda sobre esto.
La depresión no escapa de esta observación. Estudios con animales sugieren que la microbiota intestinal impacta las características neurobiológicas de la depresión. Se ha demostrado que cuando la microbiota es trasplantada de un animal estresado a uno sano, el sano altera significativamente su comportamiento.
Diferentes especies de lactobacilos y bifidobacterias han mostrado modular la depresión y el comportamiento relacionado a estrés en modelos animales.
De hecho, algunos estudios en personas sanas comienzan a sugerir que el consumo de prebióticos y probióticos puede afectar positivamente el humor y la ansiedad. Este tipo de alimentos comienzan a conocerse como psicobióticos.
Con el objetivo de confirmar si la microbiota intestinal de pacientes con depresión puede transmitir la sintomatología típica de la enfermedad, investigadores irlandeses llevaron a cabo un curioso experimento.
El estudio consistió en realizar trasplantes de heces desde pacientes depresivos hacia ratas sanas. Los resultados y las conclusiones fueron publicados en la revista Journal of Psychiatric Research en julio de 2016. Veamos:
El experimento
A las ratas les suministraron un coctel de antibióticos todos los días durante un mes para asegurar la eliminación de cualquier bacteria en sus intestinos. Luego les trasplantaron heces de pacientes diagnosticados con depresión. Hubo, por supuesto, un grupo control de ratas a quienes les trasplantaron heces de personas sanas.
Una semana después de llevar a cabo los trasplantes de heces, las ratas fueron sometidas a algunos análisis de comportamiento y análisis sanguíneos que son signos del comportamiento depresivo.
Los investigadores evidenciaron que las ratas trasplantadas con heces de pacientes con depresión evitaban los espacios abiertos, eran menos capaces de memorizar laberintos y mostraban menos interés en consumir azúcar.
Este comportamiento se conoce como anhedonia, que es la incapacidad de sentir placer.
Los niveles de triptófano en la sangre estaban elevados y el tránsito intestinal estaba acelerado con respecto al grupo de ratas control, rasgos típico de la depresión.
Así como Ana, las ratas habían entristecido profundamente.
Los investigadores analizaron la diversidad de las bacterias en la caca de las ratas deprimidas. Ellos encontraron que las ratas que recibieron los trasplantes de heces tenían reducido tanto la riqueza como el número de especies de bacterias.
Así como los pacientes, las ratas depresivas tenían alterada su microbiota intestinal. Era menos diversa.
¿Qué hacer?
Este hallazgo demuestra que se puede inducir un comportamiento depresivo en ratas trasplantando la microbiota de pacientes que sufren de depresión. También, el estudio resalta la importancia de esta comunidad bacteriana en el desarrollo de la enfermedad mental. Además, sugieren los autores, que enfocarse en la microbiota pudiera ahora ser una nueva estrategia antidepresiva y yuna estrategia preventiva en contra de la depresión.
Con respecto a Ana, yo procuraría mantenerla lo más distraída posible con actividades físicas ligeras al aire libre, no sin antes pedirle que busque tratamiento médico. Al superar la crisis depresiva, haría lo posible para que aumentara el consumo de fibra en su dieta (con alimentos integrales, ensaladas y frutas) y de alimentos fermentados. Confiaría en que eso podría redundar en el desarrollo de una microbiota aliada en su bienestar físico y emocional.
Ni Ana ni el resto de los 350 millones de personas con depresión deben avergonzarse de su condición, deben pedir ayuda. La única pena (como dice la OMS en el video a continuación) es que se estén perdiendo la vida.
Fuentes: John Kelly et al. (2016) Transferring the blues: depression-associated gut microbiota induces neurobehavioural changes in the rat. Journal of Psychiatric Research, 82: 109 – 118. Alper Evrensel y Mehmet Emin Ceylan (2015) The gut-brain axis: the missing link in depression. Clinical Psycopharmacology and Neuroscience, 13(3): 329 – 244.
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